Ayer estuve en una
sesión de coaching que resultó muy
interesante y que tocó un tema con el que me sentí bastante identificada. Ahora
os cuento…
En mi vida,
desafortunadamente, ha habido personas tóxicas y muy tóxicas. Y
afortunadamente, en este momento, he conseguido reducirlas a la mínima
expresión. Una de las personas más tóxicas que he tenido en mi vida intentó
durante un par de años manipular mis emociones a través de la culpa y de ese
tipo de personas hablaron ayer, de los “meteculpas”.
La frase aquella de “después
de todo lo que he hecho por ti y mira como me lo pagas” es la síntesis del/a meteculpas. La culpa es una de esas
cosas inútiles que hay que enviar donde se envían las cosas inútiles: a freír
espárragos. Si te equivocas, asume tu responsabilidad y pide perdón. La persona
que tiene que perdonarte tiene dos opciones: hacerlo o no. Pero no es responsabilidad
tuya y, si no quiere perdonarte tampoco puedes hacer nada al respecto. Y lo que
no debes hacer por nada del mundo es fustigarte con el látigo de la culpa. Te
deja ronchones y hace que pierdas el control de tu vida.
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Adan y Eva (Lucas Cranach, el viejo, 1513) |
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Adan y Eva (Alberto Durero - 1507) |
La ponente nos hizo la
siguiente pregunta: “El pecado original. ¿Quién fue el culpable?”.
Inmediatamente, y en un susurro, no pude contenerme y dije “¡Adán!”. Era medio
en broma, medio en serio, pero realmente Adán tenía tanta culpa como Eva de
comerse la manzana. Porque la gente es responsable de sus actos y no podemos
echarle la culpa a los demás de aquello que hemos hecho nosotros. Adán podría haber
dicho “no, gracias, prefiero comer mangos” y quedarse tan ancho. Pero no lo
hizo y luego ¿Quién es culpable del delito? Eva en concreto y las mujeres en
general. Evidentemente a Adán se le atraganto la manzana, de ahí viene “la
manzana de Adán” (ese bultito en el cuello que algunos hombres tienen tan
acentuado y las mujeres NO tenemos). ¿Por qué? Porque Eva se comió la manzana y
asumió su responsabilidad (y es culpable del delito de comerse SU manzana) y Adán
le echo la culpa a Eva pero, en el fondo, sabía que era culpa suya. ¡Caray!
Acabo de resolver un gran misterio de la Biblia.
A veces, los meteculpas no se dan ni cuenta de que lo
son. Simplemente les es práctico o más fácil culpar a los demás de los errores
propios. Ellos se quitan el peso y lo trasladan a su víctima que, si se deja
embaucar por la culpa va a caer en un círculo vicioso que cuesta mucho romper. En
mi caso, mis meteculpas, creo que no sabían
realmente el arma que estaban manejando. La utilizaban por costumbre y habito,
porque les acababa dando, en muchas ocasiones, buenos resultados.
Así que, cuando
alguien quiera hacerte sentir culpable, no dejes que te cieguen las emociones y
analízala. Es probable que te des cuenta de que esa culpa no es tuya. Y si lo
es, pide perdón y asúmela.
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