La sesión de coaching
de ayer, entre otras cosillas, trató de un capítulo más sobre las personas
tóxicas. Tocó “l@s envidios@s”.
La charla comenzó con una fábula:
Una serpiente perseguía a una libélula para comérsela y ya a punto de hacerlo, la libélula le pidió si podía hacerle unas preguntas, a lo que la serpiente estuvo de acuerdo porque nada perdía. “¿Te he hecho algo”. La serpiente respondió que no. “¿Por qué me quieres comer, si no formo parte de tu cadena alimenticia?”. La serpiente lo pensó apenas un instante y le respondió: “Porque brillas”.
La envidia es un mal peor que el hambre, porque es un hambre
del alma. La persona envidiosa, realmente, lo pasa mal, porque la insatisfacción
que se genera al envidiar es realmente agotadora. Como otras cosas (como la
culpa) es algo completamente inútil y enfermizo. Nos debilita. Envidiar no
resuelve nuestros problemas. Ser envidiado no es sano. Si brillas en algo (el
éxito, desde mi punto de vista, no sólo es en el trabajo… hay miles de formas
de tener éxito sin que involucren dinero o cosas materiales) tienes que tener
presente que serás envidiado. Y la ponente nos dio unos cuantos buenos consejos
para poder auto-reflexionar sobre si somos envidiosas y en qué grado, y cómo
manejar una situación en la que somos envidiados.
Hizo una especie de “test” mental para que pudiéramos, de
forma interior y sincera, evaluarnos como envidiosas. Contesté a dos preguntas
que sí. Si critico a gente que no conozco (¡¡¡Bah!!! Soy criticona, pero en
realidad cuando lo hago me trae bastante al pairo… es por debatir o por hacer hablar. Como cuando
criticaba al pobre Ben Affleck porque le cogí manía porque salía en un anuncio
de champús… ¡ya se me paso!) y la otra, no la recuerdo pero creo que iba por
los derroteros de si, alguna vez, has sentido algo que no sea envidia sana. Y
quien no lo haya sentido, aunque sea una vez en su vida, que tire la primera
piedra. ¡¡Pero que apunte a otro lado!!!
También hablo de cómo tenemos que perseguir el éxito a través
de nosotras mismas (si, éramos todas chicas) porque que las cosas nos salgan bien
es algo que tenemos que trabajar desde el interior. Que no depende de nadie ni
de nada, si no de nosotras mismas. Porque TODO lo que somos está en nuestro
interior. Conocerse a una misma, valorar los defectos y virtudes, asumir
nuestros defectos y conocerlos. Y, sobretodo, amarnos a nosotras mismas con
todas nuestras fuerzas. Nos propuso hablar con nosotras cada mañana, frente al
espejo, como un ejercicio de auto-convencimiento y decirnos: “Pero que buena
estas y que estupenda eres”. Porque nuestro cerebro, que es una maquina muy
obediente, responde a los estímulos que le damos. Si le repetimos que no nos va
a pasar… no nos pasara. Pero si le decimos que si… al final se lo creerá y
obraremos en consecuencia. Bueno, yo a eso lo llamo tener seguridad en una
misma (conociendo tus límites y tus defectos, por supuesto). El NO lo tenemos
siempre (es algo inherente a cualquier pregunta). Pero podemos trabajar para
tener el SI. Y si nos queremos mucho-mucho, querremos a los demás también mucho.
Y nos querrán. Y querer y que nos quieran es la pera limonera.
Salí de la charla llena de energía positiva, de una especie
de euforia agradable. Hoy aun reflexiono sobre la charla de ayer. ¡¡A ver de qué
nos habla el próximo dia!!
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