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lunes, 13 de junio de 2011

SE PUEDE REIR MÁS ALTO PERO NO MÁS CLARO

A Luis Piedrahita, aparte de haberle visto por la tele, lo descubrí en formato escrito con “Dios hizo el mundo en siete días… y se nota”. Me reí un buen rato. Me gusta su humor, desenfadado y siempre dando en el clavo. Y, claro, el otro día me dejé caer por el FNAC, vi “¿Por qué los mayores construyen los columpios siempre encima de un charco?” y la tentación de llevármelo debajo del brazo (al libro, a Luis no) era demasiado fuerte. Yo intentaba escaparme, huyendo a la zona de libros de bolsillo y él, que sabía que lo estaba deseando, se las arreglaba para cruzarse en mi camino cada vez que volvía a pasar por allí. O me lo llevaba a casa conmigo o jamás sería capaz de salir del FNAC.

Llevo medio libro y las carcajadas han estado aseguradas. Hoy leía estirada bajo el solete, en el solárium del gimnasio y tenía que contenerlas. Porque hay un cartel en la entrada que pone “respeten el silencio de los demás”. Afortunadamente no había ningún cartel que pusiera “No pisen el césped” pero tiene su lógica: es de plástico. Del bueno, del que da el pego… pero plástico. Además ¿cómo se puede utilizar un solárium de césped si no se puede pisar? Es algo desconcertante.

Repasaba, mientras escribo esto, algunas de las perlas que más me han hecho reír. Sería un poco largo escribirlas (acabaría por transcribir el libro entero y me caería un palo por plagio) y considero que mejor que poneros la miel en los labios, mucho mejor, es recomendaros el libro. Y hasta, si me estiro, igual se lo presto a alguien. No sería la primera vez (ni la primera que no me lo devuelven). 

Todos los monólogos están basados en las cosas más simples de nuestra vida cotidiana, las uñas, los desagües, los brazos, los post-its, los GPS, los sustos, el papel de aluminio… cosas que nos rodean en la vida cotidiana, que nos parecen prosaicas, incluso aburridas. Pero que gracias a su visión particular, acaban por cobrar vida. ¿Alguien le ha preguntado a un desagüe que tal está? ¿O nos hemos planteado alguna vez donde van los bolis cuando se pierden? ¿está bien dejar a un señor con las uñas largas subir a un avión y no dejarle que suba el cortaúñas? ¿Nos hemos planteado alguna vez que haremos si se extinguen los signos de exclamación e interrogación? Parecerá que son cosas poco importantes pero tienen su peso específico en nuestra vida diaria. Sobre todo cuando nos quedamos sin agua justo al ir a ducharnos. O sin agua caliente, que, según como se mire, aún es peor. 

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