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jueves, 28 de octubre de 2010

A LA CAMA NO TE IRÁS…

Después de comer, y si las condiciones lo permiten, no es difícil quedarse dormitando en el sofá de casa delante de la tele. Da lo mismo si estás viendo un nuevo capítulo de Patito Feo, un talk-show de esos de liar pollos… o un documental de la Dos. De esos del National Geographic –y afines- que todo el mundo asegura que ve… o que pone para echar la cabezadita.
Pues si, el otro día nos quedamos fritos alrededor de las tres y me desperté hacia las cuatro pasadas. Mi último recuerdo, antes de que Morfeo me pillara por banda, fue que hablaban de la muerte de los corales en los mares de todo el mundo. Con el vaivén de las olas marinas catódicas me quedé roque hecha un ovillo en el sillón de la salita. Los del NG siguieron contando sus cosas mientras roncábamos a pierna suelta. No sé cómo acabó el tema de los arrecifes de coral, porque cuando desperté, un tal Nick se paseaba por la Amazonia, tan campante, buscando bichos curiosos.
¡Mira que pedazo pez que acabo de pescar! 
Lo cierto es que el programa, sin voz en off pero con uno de esos doblajes que se superponen a la voz original, era entretenido. El naturalista iba con su equipo de filmación arriba y abajo, campechano él, buscando animales para mostrar a las cámaras. Justo en el momento en que mi mente conectó de nuevo, el tal Nick –creo que se llama así, pero tampoco me hagáis mucho caso- se estaba quitando la camiseta, enseñando torso varonil, y se metía en una especie de piscina fangosa donde los habitantes de algún lugar de la Amazonia, de cuyo nombre no puedo acordarme, crían unos pedazo peces enormes, la mar de raros, que están emparentados con peces prehistóricos. Se trataba de ir avanzando por las someras aguas del estanque en cuestión, cuya agua llegaba a nuestro amigo por la cintura, arrastrando una red que los arrinconaba en una esquina del mismo. Una vez que los pobres peces ya no tenían sitio al que ir empezaron a saltar como si fueran delfines, por encima del presentador cachas y un ayudante autóctono. ¿Cómo acabó todo? Pues con uno de los bichos en brazos del ayudante, para mostrarlo al mundo en todo su esplendor, a Nick con un corte en la ceja, sonriendo a las cámaras, y poco más. Luego se fueron en canoa por ahí, metiéndose en los recovecos que forma el río a lo “Reina de África”, buscando todo tipo de animales curiosos: procesionarias apiñadas en la corteza de un árbol, serpientes de agua, serpientes venenosas (como la de cabeza de lanza), una especie de lagartos que se tiraban al agua desde los árboles… en fin, que había de todo un poco. Al final se fueron de pesca. Pero no a pescar truchas, ¡que aburrido!, sino a pescar pirañas que tiene más emoción.
Pescando pirañas
Es curioso, la de cosas, sorprendentemente inútiles, que puedes aprender viendo un programa de estos. Saber cómo se pesca una piraña o como se tiene que coger una serpiente de cabeza de lanza para que no te muerda no es que me vaya a servir de gran cosa pero también es cierto que el saber no ocupa lugar, y que nunca sabes si, en una fiesta o una reunión de amigos, alguien comentará que vio una piraña en un acuario y tu, que tienes información guardada en la hemeroteca gris, podrás deslumbrar a tu público explicándoles que las pirañas se pescan con caña. Y si no los deslumbras, mala suerte, pero la cuestión es que, como mínimo, sabrás qué es una piraña.
El caso es que la información siempre puede ser de utilidad, aunque parezca inútil. Y si no lo es, pues mira… tampoco te herniarás. A la cama no te irás sin saber una cosa más. 

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