La ciencia ficción, aunque mucha gente no lo crea, puede reflexionar sobre muchos ámbitos de nuestra vida cotidiana. No todo son espadas láser, puertas de Tanhausen y naves espaciales. Que va. Hay historias que se sumergen más allá de la fantasía futurista y hablan de cosas tan mundanas como la soledad, el amor, el odio, las relaciones entre personas… Ursula K. Le Guin es un exponente de lo que se denomina literatura de ciencia ficción social. “Los desposeídos” o “La mano izquierda de la oscuridad” son obras que no sólo hablan de planetas lejanos o de complejas tecnologías, en el fondo hablan del ser humano y de sus debilidades, defectos y, por supuesto, virtudes.


En el mundo que recrea Richard Matheson, la sociedad que conocemos ya no existe. Un bacilo ha convertido en una especie de vampiros a la mayoría. El caso es que, probablemente, Robert Neville –el protagonista-, es el único hombre "normal" vivo que queda (*). Si la mayoría de seres “humanos” que viven en la Tierra son vampiros… ¿Es Neville el normal o lo son ellos? ¿Quiénes son mayoría? Por eso, Neville, siendo único en su especie, es el extraño, el raro, el diferente… y de ahí el título de la novela. Pasa de ser un humano más a convertirse en una leyenda.
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(*) Hay otra versión de la novela llevada al cine y protagonizada por Charlton Heston que, si no es una gran película de ciencia ficción (como por ejemplo “Soylent Green”) resulta curiosa de ver. Heston está en su salsa. Esta vez no se dedica a fumar puritos mientras se prepara para hibernar y salir al espacio como en “El planeta de los simios” (de eso ya hablé en otro blog anterior y es un detalle interesante ahora que tenemos la ley anti-tabaco). Pero, de alguna forma, sus personajes tienen ciertas características propias, inalienables del mismo Heston. Yo me lo pasé bomba viendo “El último hombre vivo”.
Os dejo con Heston y su versión de la historia de Matheson:
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